En el subsuelo existe un mundo muy diferente al nuestro. Un lugar del que nada sabemos, donde el sol y su resplandor se perdieron hace muchas generaciones…Y del que mucho podríamos aprender. Su historia es un ejemplo de superación y lucha frente a las adversidades.
Todo empezó cuando una tribu de nómadas decidieron refugiarse un una gran cueva por un tiempo; con la mala suerte de que esa noche la tierra tembló y cerró la entrada de forma irremediable. Allí quedaron encerrados; y en la mayor oscuridad, quedó sepultada su existencia. Así es cómo con el paso de los años los MAJAVITI se convirtieron en unos seres ciegos.
Además de por la voz, la forma más distintiva de conocerse entre ellos es el olor, ya que poseen un superolfato; dependiendo del olor de cada persona saben si está triste, contenta o enfadada. Su pobre existencia depende de un hongo que cultivan y del que se alimentan, además de los pocos animales que por las profundidades pueden encontrar. Así aprendieron a vivir y así han sobrevivido.
Sus recuerdos se componen de olores, sonidos y texturas, al igual que sus sueños. Tienen una forma diferente a la nuestra de percibir lo que les rodea.
Como ya sabemos, los MAJAVITI tienen poco acceso a alimentos o a casi nada, en el subsuelo la vida es dura y sólo la generosidad entre ellos crea un equilibrio, el cual hace posible que aún pululen bajo nuestros pies.
Los MAJAVITI son ciegos y no poseen casi nada. Aquí arriba es al contrario; los que más tienen son los que se han quedado ciegos. Colorfín colorado este cuento se ha acabado.